
Siento el corazón palpitar contra el colchón, golpea rítmicamente con la brutalidad de la desesperanza. Miro el techo en la oscuridad, sé que está ahí, escondido en la lobregura de la habitación. Es un monstruo que absorbe mi vida, se alimenta de mi ser vital, me amarga y me hace temer la noche oculto bajo el nombre de insomnio. Vive de mis temores, de cada uno de los hechos que me han atormentado durante mi vida, los invoca y acuden a su llamada.
Cierro con fuerza los ojos, cómo si eso pudiera evitar que viera las imágenes en retrospectiva de todos los fracasos a lo largo de mi vida, cómo si no estuviera todo ya en mi mente y los párpados fueran capaces de bloquear el dolor.
Pumpum, pumpum, pumpum. Espero con cada latido que el siguiente no llegue, hasta puede que desee que el último estertor, ese que deja la vista perdida y los ojos neutros, ese que termina un gemido en un leve siseo por donde escapa el alma, ese sea el principio del sueño eterno donde todo se perdona, donde nada importe, donde la vida no tenga sentido y la muerte no tenga lugar.
Doy vueltas, una y otra y me revuelvo de nuevo en un baile desesperado por dejar la realidad, por volver a los sueños donde está la felicidad. Me giro y re-giro una y mil veces en una danza que cada noche me priva del descanso. Nunca llevo los lustrosos zapatos negros y relucientes de un bailarín, tan solo unas viejas zapatillas de fieltro, desgastadas y rotas que no deslizan como debieran, pero que son las adecuadas a mi nivel de baile. No dormir es mi condena, querer hacerlo una quimera inalcanzable. Se niega Morfeo a presentarse para encarnar a mis difuntos y permitirme hablarles. Escapa Hipnos a mi súplica y Tánatos se burla de mi mientras Nicte su madre oscurece mi vigilia. Es tan solo una noche más y sé que tendré los ojos abiertos cuando la luz del día entre en la habitación para decirme que es, también, una noche menos.

Sobre el autor
Ignacio Chavarria

Hola, Nacho!
ay, sé qué es un relato de fantasía oscura, pero sobre todo sentí mucha tristeza por este señor. Se me encoge el corazón al pensar que alguien esté sintiéndose así, y claro, por supuesto que no uno sino muchos deben de sentirlo. Aparte del monstruo del insomnio para mí hay otro que no mencionas pero sí dibujas en negativo, como si fuera el continente, solo en contorno: el monstruo de la soledad. Por mucho que estar solo pudiera ser una decisión y, para cada persona, desplegar significados distintos. Pienso en esto bastante, porque para mí la soledad es algo disfrutable, y desde luego la compañía no es llenarme de ruido sino todo lo contrario. Cuando estás solo en realidad estás contigo mismo… y es muy duro pensar que pueda llegar un momento en que sea muy difícil estarlo.
Un abrazo muy fuerte. Gracias por la emoción.
Tanto la soledad como la compañía, incluso si son algo buscado y apetecible, pueden llegar a saturar, hay momentos en los que aparecen los fantasmas y no podemos hacer nada por ahuyentarlos, porque están en nosotros.
Cuando me puse los cascos para escuchar la canción el relato salió de corrido, cómo si este hombre hubiera estado ahí, escondido en su oscuridad y soledad esperando la primera nota para salir a contarlo. Gracias por esa canción Reyes, esta parte de literanoicos cada vez saca mas fantasmas a la luz.
Sabes que eso mismo es otro relato? ;; Gracias a ti de verdad por participar y subirla. En cuanto a esta faceta de Literanoicos -no el reto musical, sino las infinitas posibilidades- podría decir tanto *^*