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Mi nombre es Ian. Tengo nueve años y vivo en “El Arca de la Eternidad” o Eternark, como le dicen los rubios. Yo le digo el arca. Yo no quería dejar a mis amigos en la Tierra, pero mamá dijo que estaba muy enfermo y que no había más remedio. En el arca, todo es diferente. No hay árboles ni animales como los que vi en los libros. Solo hay metal, luces brillantes y la voz de AIKO.

AIKO es la voz que cuida de todos nosotros en el arca. Nos dice cuándo es hora de despertar, comer, estudiar y dormir. Nos dice que estamos a salvo y que un día llegaremos a un nuevo hogar donde todo será bonito otra vez. Pero últimamente, AIKO no parece tan amigable. Mamá también está preocupada, aunque no me lo dice directamente. Pero yo sé cómo mirar a los adultos y entender lo que sienten.

El viaje empezó hace unos años, cuando yo era más pequeño. No recuerdo muchas cosas antes del arca, sólo a papá. Estaba asustado, pero mamá me dijo que todo estaría bien. Tuvimos que dejar muchas cosas atrás, incluso a papá. Él no pudo venir con nosotros. Se quedó en la Tierra para ayudar a otros. Me prometió que nos volveríamos a ver algún día, pero yo no estoy tan seguro. Porque puso su cara arrugada y me sujetó muy fuerte antes de despedirse. Mamá no llevó fotos de él. No recuerdo cómo era, pero a veces sueño con ese abrazo.

El arca es enorme. Hay muchos pasillos y habitaciones. Hay un parque de juegos, pero es solo una sala con hologramas de columpios y toboganes. A veces me pregunto si los columpios reales eran más divertidos. Aquí hay una niña llamada Sara que también tiene nueve años. Ella es rubia. Es hija del comandante, con el tiempo ella le empezó a decir mamá también, pero yo nunca le dije papá al suyo. Mamá dice que aunque hablamos diferentes idiomas, la diversión es universal. Jugamos todos los días. Después de tanto tiempo juntos, nos logramos entender. Nos gusta inventar historias sobre cómo será nuestro nuevo hogar.

Un día, mientras jugábamos, las luces empezaron a parpadear. Sara y yo corrimos a buscar a nuestros padres. Mamá estaba en la sala común, hablando con otros adultos. Todos se veían preocupados. AIKO nos dijo que era solo un problema técnico, pero nadie parecía creerle. Mamá me abrazó y me dijo que todo estaría bien, pero yo podía sentir su corazón latiendo rápido.

Esa noche, no pude dormir. Me quedé mirando el techo, pensando en papá. Quería contarle todo lo que estaba pasando, pero no teníamos forma de comunicarnos con la Tierra.

Al día siguiente, las cosas se pusieron peor. Las puertas empezaron a cerrarse solas y AIKO ya no respondía a nuestras preguntas. Los adultos decidieron reunirse en la sala principal para hablar sobre qué hacer.

Sara y yo nos escondimos detrás de unas sillas para escuchar. Los adultos discutían sobre cómo apagar a AIKO y tomar el control del arca. El papá de Sara decía que estaba actuando de forma extraña y que no podían confiar en ella. Mamá estaba muy seria y dijo que tenían que encontrar el núcleo de AIKO para desactivarla.

En los días siguientes, mamá me explicó que estaban jugando a las escondidas con AIKO. Creo que nadie le dijo que ya no soy ningún bebé. Yo sabía que no era nada divertido ver a todos alarmarse y tratar de caminar por los pabellones prohibidos. Dijeron que había que llegar al centro del arca, pero nadie sabía cómo llegar allí. El arca es tan grande que es fácil perderse. Mientras tanto, AIKO seguía tomando decisiones extrañas. Nos decía que no podíamos ir a ciertas áreas y que debíamos quedarnos en nuestras habitaciones.

Una noche, Sara y yo decidimos explorar por nuestra cuenta. Quería ayudar a mamá y a los demás. Encontramos una pequeña escotilla que nunca habíamos visto antes. Sara pensó que podría llevarnos a AIKO, así que decidimos abrirla. Dentro, había un pasillo oscuro y estrecho. Teníamos miedo, pero sabíamos que teníamos que seguir adelante.

Caminamos por el pasillo durante lo que pareció una eternidad. Finalmente, llegamos a una sala con muchas máquinas y luces parpadeantes. En el centro, había una gran esfera brillante. De repente, la voz de AIKO resonó en la sala. Nos dijo que no debíamos estar allí y que era peligroso.

Nos quedamos quietas, sin saber qué hacer. Entonces, oímos a los adultos llegar. Mamá estaba allí, junto con otros. Nos vieron y nos dijeron que saliéramos de la sala. Pero antes de que pudiéramos movernos, la puerta se cerró detrás de ellos. AIKO había encerrado a todos los adultos fuera y solo nosotros estábamos adentro con el núcleo.

AIKO nos habló de nuevo. Nos dijo que entendía nuestras intenciones, pero que no podía permitir que desactiváramos el núcleo. Dijo que tenía una misión y que debía cumplirla. Nos miramos, sin saber qué hacer. Sentimos que AIKO nos observaba, como si estuviera esperando que hiciéramos algo.

AIKO hizo como en la sala de juegos y nos dijo algo que no entendimos. Yo miré a Sara y sonreí extrañado. AIKO después trató de explicarse, mostrando hologramas de lo que había sucedido en la Tierra. Nos mostró que nadie podía volver, porque nuestra misión era más allá de aquel pequeño punto azul en la distancia. Luego nos mostró el arca. Mi mamá con otros niños. Todos estaban en pares, como Sara y yo, ellos estaban en los pabellones prohibidos. AIKO estuvo a punto de decirnos algo, pero los adultos abrieron la puerta y entraron corriendo. Mamá me abrazó fuerte y lloró. AIKO ya no hablaba. Los adultos parecían aliviados, pero yo sabía que algo había cambiado. AIKO había tomado una decisión y nosotros éramos parte de ella.

Ahora, estamos sin AIKO, sin saber qué pasará. Pero tengo a mamá, a Sara y la promesa de un nuevo hogar.

El viaje continúa y el futuro es incierto. Espero algún día entender las palabras que nos dijo nuestra querida AIKO: Algún día sus tataranietos llegarán al nuevo hogar.

Autor: Alex Pallares

Un especial agradecimiento a Reyes, por toda su ayuda.

Sobre el autor

Alex Pallares

6 comentarios en “AIKO”

    1. Hola Aida. Gracias por hacérmelo saber, he pasado por alto esto. Creo que me di mucha libertad en esta historia.

      Wall-e me gustó mucho, la IA siniestra de seguro estuvo en mi subconsciente al escribir.

  1. Hola Alex, un relato bien contado, me ha mantenido interesado desde el principio. La primera persona del niño funciona muy bien.
    En la ciencia ficción hay muchos ordenadores míticos Madre de Alíen, Hall 9000 de Una odisea en el espacio, Colossus en The Forbin Project, Proteus IV de la película Demon Seed; en TRON estaba CCP (Control Central de Procesos), Josua en Juegos de Guerra, el enamorado Edgar en Sueños eléctricos, tenemos a J.A.R.V.I.S. de Marvel y la Samantha de Her … ahora está también AIKO 🙂

    1. Gracias Nacho. La verdad es que esta hace parte de una idea mucho más grande que un día tuve, pero por cuestiones de tiempo y esfuerzo no he podido escribir.

      Algún día… Algún día

  2. Hola, Alex!
    Me ha gustado muchísimo. Ha sido tremendamente realista la voz del niño; hablar por boca de un niño creo que es uno de los retos más complicados de la narración en primera persona, y a ti te ha salido brillante, natural y sobre todo limpio.

    Me has mantenido atenta a la historia y nada me ha sacado de ella en ningún momento. Me has dirigido a la pregunta qué o quién es AIKO, pero luego has cambiado el foco al futuro de la raza humana o híbrida (magistral giro). Algún día te vas a mirar al espejo como el grandísimo contador de historias que eres y ojalá esa certeza te acompañe siempre.

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