Los derechos del escritor (una fantasía turbia)

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1-Tiene derecho a guardar silencio. Todo lo que diga puede ser utilizado en su contra ante un tribunal.
 
2-Tiene derecho a no presuponer la justicia en el juez y/o jurado popular.

3-Tiene derecho a un abogado. Si no dispone de uno, se admite animal de compañía o “el que lleva usted colgado”.

4-Tiene derecho a considerar que tal vez su silencio y su escucha sería más importante para el mundo que sus palabras.

5-Tiene derecho a leer de oído.

6-Tiene derecho a tratar al lector como un amigo, un familiar o un conocido amable aunque no tenga ni idea de quién es.

7-Tiene derecho a tratar al lector desde el agradecimiento pleno, en tanto en cuanto comprende que esa persona nunca le ha pedido a usted que le escriba.

8-Tiene derecho a recordar cuántas veces le han cagado en la cara a lo largo de su vida y, en consecuencia, a no soliviantarse por la opinión de un crítico literario.

9-Tiene derecho a comprender que todo el tiempo, el valor y el esfuerzo que ha invertido en algo que ama (su libro) no le hace necesariamente merecedor del tiempo, el valor y el esfuerzo de cualquier lector potencial. Ergo, no sea gilipollas y no caiga en reclamar lo que no le corresponde. Esto último, aparte de una recomendación, también es un derecho: derecho a no patalear como un niñato imbécil.

10-Tiene derecho a no lloriquear porque no le quieran conocer. Usted tampoco querría conocer a todo el mundo. ¿Acaso lee todo aquello que le cae en las manos solo porque su autor quiere hacerse un sitio en el rancho de la fama o simplemente busque retribución económica por aquello que, con egolatría, define como “su trabajo”? Ah, pero, ¿en qué momento le pidió, como lector, a ese mindundi que trabajase para usted?

11- Tiene derecho a vivir en la verdad y a reconocerse como una criatura capaz de afrontarla: capaz de dejar de pensar con su ego como la copa de un pino para, de una vez, empezar a hacerlo con el corazón que posee desde que nació, y que, por tanto, es lo más auténtico y competente (¡y real!) que usted tiene para mirar al mundo.

12-Tiene derecho a rechazar toda imposición, así como a decir “no” a todo encuentro y/o proposición íntima que alguien pudiera amablemente sugerirle. Lo cual lleva implícito que cualquiera tiene exactamente el mismo derecho: decirle “no” a usted cuando usted revele sin sutilezas su generosa pretensión de follarle el cerebro. Incluso habrá quien, lejos de abrirle la puerta, tal vez elija limpiarse el culo con lo último que usted escribió… y, por monstruoso que esto le resulte, esa persona es perfectamente libre de hacer en su culo lo que quiera con lo que usted ha dicho/escrito.

13- Tiene derecho a no pensar en su obra como si fuera un producto. Recuerde que, si hablamos de productos necesarios, el papel higiénico también lo es.

14- Tiene derecho a no utilizar, por respeto, aquello que usted más ama hacer.

15-Tiene derecho a desaparecer y a transformarse en las palabras suyas, a liberarse de todo aquello que le separa del alma: su propio orgullo, su codicia y su yo. O cualquier otra interferencia/estupidez.

16- Tiene derecho a refugiarse, a consolarse, a evadirse en las palabras propias tanto como en las de otro. Tiene derecho a desear que sus palabras pudieran ser abrigo, refugio y/o consuelo para cualquier otra persona diferente, parecida o igual a usted. Tiene derecho a tener un motivo en esencia incomprensible para usted mismo. Tiene derecho a leer.

17- Tiene derecho a colgar los hábitos y a hacer lo que necesita.

18- Tiene derecho a nunca rendirse, y a preguntarse qué quiere, qué camino está siguiendo sin rendirse nunca para que le lleve adónde. Tiene derecho a sopesar qué es para usted llegar lejos, y si en verdad quiere o no ser “algo”. Si descubre que lleva tiempo dando tumbos y se siente muy cansado, por favor sea amable consigo mismo.

Autor: Reyes

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Reyes

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