Un sobre en mi buzón

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(Este relato es una posible versión de Red de hombres indeseables de Diorama y de la continuación de Reyes).

Hoy hace un día maravilloso, tanto que me estorba la chaqueta. Los aspersores riegan alegremente el pequeño parterre de la entrada a casa y el portal está agradablemente fresco. Es viernes. Tengo ante mí unos días de fiesta y lo único que me apetece ahora realmente es quitarme la maldita chaqueta, descalzarme y tomarme una cerveza helada tumbado en el sofá. El buzón parece lleno, algunas cartas y papeles de publicidad asoman por su boca intentando huir de la oscuridad. Tiro la publi a la papelera y reviso el resto, cuatro facturas y un sobre blanco muy cuco con olor a un perfume dulzón. No hay remite ni nombre, nada, solo un blanco perlado inmaculado por ambas caras. Quien lo dejó debe haberlo traido en persona.

No voy ni a ponerme las zapatillas, dejo los zapatos en el pasillo y la chaqueta colgada en la silla de la cocina. Abro la nevera rezando porque Peter no se haya bebido la última cerveza. Diosss!!. gracias Dios, encima está helada, me paso la lata por el cuello y la frente antes de abrirla y siento ese escalofrío reparador que sabe a gloria bendita.

Ya en el sofá me centro en el sobre misterioso. El olor dulzón recuerda esas flores que se llevan a los hospitales y cementerios para tapar las miserias de la enfermedad y podredumbre. Claveles, azucenas o crisantemos; ¡qué sé yo que se me mueren hasta los cactus!.

No está cerrado, tan solo presenta una leve resistencia al abrirlo. Dentro hay un billete de tren para esta tarde. La verdad es que no entiendo, tal vez sea algún tipo de publicidad o algo así. En fin, ¡A caballo regalado … No tengo plan para este finde así que lleno la mochila con cuatro camisetas, un par de pantalones cortos y un par de mudas limpias. Vacío la lata de cerveza y salgo de nuevo al calor de la tarde.

Una vez más me reconforta el aire acondicionado de la estación, llego justo para subir al tren, me encanta la sensación de este viaje sorpresa a un lugar desconocido. Entro sudando y jadeando al vagón y me dejo caer en mi butaca echando la mochila a mis pies. La mujer que ocupa el asiento a mi lado me mira de forma rara, puede que haya sido un poco brusco al sentarme o tal vez es por mi extraña cara con los dientes saltones y los ojos cruzados que suelen atraer curiosas miradas. ¡Quien sabe! la gente es muy suya, pero esta mujer ralla la mala educación. No parece salir de su asombro y está cerca de las lágrimas. Pobre. He tenido suerte, podría haber llegado Peter, mi compañero de piso, a casa antes que yo y haberse quedado con el billete. Bueno, me centro en mirar por la ventanilla mientras salimos de la estación cuando de nuevo me llega el aroma ese raro de flores de muerto.

Autor: Ignacio Chavarría

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Ignacio Chavarria

7 comentarios en “Un sobre en mi buzón”

  1. Si me ha gustado, un poco pasota el hombre, ¿ ese será nuestro amor perfecto? ¿ El perfume de ella lo huele como un olor a flores de muerto? No se, no se, esta muy bien el texto, pero como hombre que la mujer desea… no se, no se….tengo mis serias dudas…. jajajaj

  2. Ya, pero la idea no era de quien recibe el billete de tren, sino del hombre al otro lado del teléfono no? ja,ja,ja, no hay forma, Nacho no quiere hacer ninguna versión con un prota que sea mito erótico femenino.. ja,ja,ja, se nos pierde Reyes en compañeros de piso indeseables!!! jajajaj …

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