Arrugo la bolsa de papel entre mis temblorosas manos, de puro húmeda ha dejado de crujir. Me tranquilizaba el ruido que hacía al arrugarla, ahora ya ni ese consuelo tengo. Nieva. Seguramente la estampa perfecta para una navidad perfecta. Veo a los niños pasear con sus padres, ilusionados, con los ojos iluminados por las luces de colores y los adornos dorados. Bebo de nuevo. La bolsa de papel marrón no consigue disimular su contenido, es más, es un símbolo de la decadencia a la que he llegado. Una bolsa marrón con una botella de ginebra barata dentro y un harapiento hombre viejo que la consume sin parar.
Llevo tiempo sentado en el banco. La gente pasa a mi lado apartando la vista. ¡Que bonita navidad! El vaso de cartón a mis pies sigue vacío, nadie tiene unas moneditas para mí. Grito.
-¿Una contribución a mi muerte señora? ¿No está a favor de la eutanasia?
La mujer se aparta asqueada, o tal vez asustada. Estoy perdiendo los últimos restos de humanidad, ya solo queda el animal. ¿Cuándo empecé a restar dinero a la comida para gastarlo en ginebra? ¿Cuándo empecé a morir en vida?
Al otro lado de la calle una tienda enturbia el silencio con villancicos a todo volumen. Calle abajo un Papá Noel sienta a los niños en sus rodillas y escucha aburrido sus infantiles deseos. Sale en una hora e irá al bar a cambiarse y tomar un carajillo caliente dejando su trono desierto. Un trabajo de una semana. Con un poco de suerte en unos días estará haciendo de Melchor o de Gaspar. Bebo. El papel impide que vea el contenido de la botella, pero ya no queda mucho, solo tengo que moverla un poco para saber que está casi muerta. Como yo.
Una niñita vestida con un abrigo rojo se acerca y me deja unas monedas en el vaso. Le sonrío intentando no enseñar mis cariados dientes. Su carita muestra la satisfacción de haber hecho una buena obra. A unos pasos su madre vigila. Le saludo con la mano. Agradezco la limosna que me permitirá cambiar el contenido de mi bolsa por una botella nueva en el chino de la esquina. Muerte líquida, anestesia para la desesperación. Nieva. ¡Qué bonita navidad!
Autor: Ignacio Chavarría
Breve pero sustancioso. Al final el hombre, o lo que queda de él, se queda solo…
Gracias Charly, si ya estaba solo antes 🙂
Relato muy redondo: áspero, crítico, emotivo, con sus toques de humor… Me ha gustado mucho, felicidades Nacho.
Gracias a ti Martín, da gusto escribir con críticas así 😜