Dos palomas azules

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«Hola, hija.

Ay. No sé si estoy mandándote bien el mensaje este de voz…

Bueno. Como sea. Ya sabes que yo con los teléfonos móviles me llevo muy mal, ¡que ya estoy mayor y casi ni veo las letras! [ risas alegres. Luego una breve pausa en la que la señora Muschmaud traga saliva].

Te llamaba para decir que he llegado bien al hotel.

No me has cogido el teléfono, así que supongo que estás liada con los niños. Tampoco me contestaste a las llamadas de esta semana, pero en el último mensaje quedamos en que iría a veros el sábado, ¿recuerdas? Así que claro, he venido.

Ay, hija mía. No sabes lo que me ha pasado. Casi me equivoco al coger el tren. Tuve que correr al andén de enfrente, con los pies como los tengo. Al final logré subir de milagro, pero con el susto me dejé la cestita con tus cosas en el banco de la estación. Te llevaba unos tuppers de cocido del que os gusta, también estofado, croquetas y pollo chilindrón, y unas cosas que había comprado para los niños. Ya sé que no te gusta que les haga regalos sin consultarte antes, pero mujer, unas chuches solamente, y unos huevos de chocolate con la sorpresa dentro, de esos… ¿cómo se llaman? Esos que les gustan. Pensaba llevártelo todo y luego que tú ya se lo administraras a ellos como mejor vieras, si te parecía bien. Pero ya te digo, ¡tonta de mí!, me lo he dejado. Seguro habrá encontrado la cesta algún rufián que ahora se está poniendo hasta arriba de chocolate a mi costa [risas], bueno, qué le vamos a hacer.

Vaya, y lo peor es que dentro de la cesta había también un sobre con dinero para ti. No mucho, que ya sabes que malamente me apaño, pero en fin… había ido guardando un poquito estas semanas para poder dártelo como el aguinaldo en los viejos tiempos. Ya sé que no pasáis apuros, y oye, por cierto, ¡enhorabuena a Carlos por su ascenso!, es muy trabajador y se lo merece. Pero ya sabes, soy tu madre, y pensé: «Pues oye, se lo llevo y que se compre un regalito para ella». También te traía unos pendientes que vi en un puesto de camino a la estación, porque he ido andando, ¡menuda caminata, y encima todo embarrado por las lluvias! Pero bueno, los pendientes eran artesanales, monísimos. La señora que los hace, un encanto. Seguro que en el camino de vuelta sigue estando; si la veo, te los volveré a comprar.

Hija, lo siento mucho el despiste. Qué pena los tupper, con lo bien que entra un cocidito en invierno, ¿verdad? Había estado cocinando para un regimiento, y hasta hice las croquetas con la pereza que me dan, que sé que te encantan. Pero bueno, en fin. Lo siento, hija.

Quería decirte también que, por supuesto, dormiré en el hotel. Bueno, «hotel», es una pensión a la entrada del pueblo [risas]. De un tal Don Julián, que no sé qué pinta tendrá el buen hombre, pero en fin, por lo menos en la habitación no hay cucarachas (o yo no he visto ninguna). Lo digo para que te quedes tranquila, que no hagas comida, que no prepares habitación para mí ni nada. No quiero molestaros; sé que estáis muy ocupados, pero echo tanto de menos a los niños… ¿Han preguntado por mí? Ah, Fernandito seguro que sí. «¡Abu, abu, ha venido Papá Noel!», me decía en navidades, las navidades pasadas, digo. Seguro que ha crecido muchísimo desde entonces, bueno, ¡Los dos! No los voy a reconocer. Pero mujer, de verdad qué pena no poder llevarles los regalos… Mañana cuando vaya a tu casa les compraré alguna cosita de camino para no ir de vacío.

Ay hija, te echo mucho de menos. Estas navidades han sido… –»inhóspitas»–. Nada. Pero bueno, ya mañana te veo, gordita mía. Dime por favor a qué hora te viene bien que vaya, para no molestar y no interrumpiros. Por favor, llámame cuando oigas esto, o por la mañana, aunque sea pronto da igual.

Bueno, bonita. Dales un beso de mi parte a los niños y a Carlos. A ver si estrenamos el coche que se ha comprado y vamos a dar un paseo. ¡Aunque seguro vosotros lo habéis estrenado ya, qué ilusión! Llámame y me cuentas, ¿vale?

Un beso, preciosa mía.

Por favor, no dejes de llamarme. Aquí espero.

Te quiero».

Autor: Reyes

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Reyes

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3 comentarios en “Dos palomas azules”

  1. ¡Que bonito Reyes, parecía estar escuchando un mensaje de mi madre! 🙂 tan real. Esa dulce forma que tienen las madres de entrar de puntillas en tu vida diaria, sin querer molestar. Espero que alguien con corazón encontrara la cesta y la pobre mujer la recupere a su vuelta en objetos perdidos.

    1. Nacho, muchas gracias;;;;
      me hace muy feliz que te haya gustado. Es una mamá, sí. A mí me parece triste porque la hija la ignoró :S amos que la dejó en visto ;;;;;;
      parece un relato así simple cortito pero no veas lo que me costó. No estuve cómoda mientras lo escribía y bravo por eso. Gracias de verdad no solo por expandir creatividad en esta web, sino por todas las veces que me pongo a prueba.
      Un abrazo grande.

  2. Una conversación, mejor dicho un monólogo, pues tengo mis dudas si es que tal llamada tenga respuesta, así se me ocurre.
    Sea como sea, muy bien desarrollada y la consigna fue lograda.
    Shalom colega de la pluma

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