El nacimiento del lector se paga con la muerte del autor

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¿Somos los autores de las historias que escribimos? A primera vista, la respuesta parece clara. Sin embargo, al considerar más detenidamente esta cuestión, me doy cuenta de que la categoría de «autor» también está sujeta a una continua metamorfosis y presenta desafíos de índole filosófica.

Michel Foucault, en 1969, se preguntaba: «¿Qué es un autor?», y Roland Barthes, un año antes, ya había planteado la «muerte del autor»; el semiólogo explicaba que «darle a un texto un “autor” es imponerle un seguro, es proveerlo de un significado último, cerrar la escritura».

Las experiencias individuales y el tiempo histórico en el que nos ha tocado vivir influyen en la manera de comprender los textos, y es por eso que la literatura juega un papel tan importante en la creación de formas de intersubjetividad y comunicación entre autor y lector. Apelando al sentido figurado, Barthes expresa: «El nacimiento del lector se paga con la muerte del “autor”». Esta idea también subraya que las historias que contamos pueden escapar de nuestra intención o deseo de significación. El texto se convierte en un tejido; es el lector, infundido por un sinfín de circunstancias, quien interpreta las lazadas y la disposición de los hilos. El autor disuelve su identidad en cada obra, pues «la escritura es la destrucción de toda voz, de todo origen». El lenguaje no le pertenece al autor.

Con Bajtín y Voloshinov, admitimos que el signo por excelencia (la palabra) siempre es polisémico; me refiero a que, por su naturaleza, abarca pluralidad de sentidos. No niego la existencia de una «historia contada», procuro demostrar que la parimos en el contexto de la diversidad. Sucesos breves, giros argumentales, detalles e incluso los espacios y silencios estarán abiertos a nuevos entendimientos. La exégesis está en el destino, en el lector.

Ariel García
Corrector de textos

Sobre el autor

Ariel Garcia

4 comentarios en “El nacimiento del lector se paga con la muerte del autor”

  1. Ariel, mil gracias. Me hizo feliz leer esto (te voy a contar un poquito mi vida, jajaja) porque hace un mes o así terminé un trabajo de publicación; era una “antología” de relatos y parte del trabajo fue la búsqueda del hilo que los conectaba, con el reto de “no venderlos” , de ser lo más sincera posible porque siento que eso es lo que quiero darle a quien lea. Y al final llamé al libro “en el hilo de tu voz”, porque llegué precisamente a que ese era el hilo que los conectaba: la voz del lector. Pensé que era algo que quizá no sería entendido por ser muy general… pero cuando vienen estas preguntas de “mercado” que se supone que un “escritor” ha de hacerse, pues me choco de frente con esta pregunta que dice: “hacia qué público va dirigida tu “obra”? (perdón por tantas comillas!!!) y me da mucha risa porque escribo para nadie, y a la vez para todo aquel invitado que tenga curiosidad por ver mi casa desordenada a través de sus ojos. Estoy feliz al pensar que di con un título verdadero para el trabajo… porque la voz fue mía pero es y será del lector para siempre una vez he soltado el libro. Yo soy lectora también cuando me leo a mí. La palabra es mágica como símbolo (entidad de dos caras): el significante está ahí y puedo escogerlo; el significado/los significados están en el alma y las vivencias del lector.

    1. Te felicito por la publicación de tu libro, Reyes. El título que elegiste es muy atinado. Me gusta tu reflexión y, además, el modo en que la has expresado. Te dejo un fuerte abrazo, compañera.

    1. Es cierto, Nacho: «… autores, pero no propietarios». El libro, al fin, le pertenece tanto o más al público que a al autor. ¡Abrazo!

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