Los libros han sido siempre grandes compañeros de vida; alivio de pesares, promotores de ideas, recreativos de mundos y sueños… La fascinación por la lectura, me ha llevado siempre a tener la necesidad de entrar, de algún modo, en ese magnífico mundo de las letras y ser más que simple espectadora.
Desde mis inicios en la infancia como menuda emborronadora de historias fantásticas, mi camino con la pluma ha sido inconstante, llegando, en ocasiones, a desaparecer casi por completo hasta que, hace no demasiado, decidí que había llegado el momento de plasmar sin ambages lo que en mi interior se estaba forjando, que no es, ni más ni menos, que el carácter y personalidad unidos a unas vivencias, experiencias y un reciente, a veces contrariado amor por la filosofía, que hoy se muestra entre las letras que traza la tinta de mi alma.
Ya sea en prosa o en verso, con humor o ácida ironía, repleto de erotismo o bañado en la luz heroica de un romanticismo de acero, mis letras muestran una puerta a lo oscuro del alma, a la raíz del ser humano y a su pasión por la belleza etérea de un arte que nace en las entrañas, se alimenta de la mente y muere en la boca para ser el alimento de masas.