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Pues esto viene porque muchas veces me dicen que escribo sobre mí. Sobre todo en mi primer libro. Mucha gente piensa que YO soy el protagonista y no es así. Si tiene mucho mío, como no, muchas de las cosas que le pasan o le gustan son así porque yo se las presto de mi mismísima persona. Creo que siempre volcamos algo nuestro en nuestros personajes, no entiendo crear uno y no ser el o ella y que el o ella no sean yo, al menos durante el tiempo que escribo. ¿Os pasa a vosotros? ¿Llegáis a identificaros con los personajes de vuestra obra? ¿Hasta qué punto?
No debería pasarte eso. Una cosa es que fuese un libro autobiográfico (que entiendo que no), y otra es que alguno de tus personajes llevase algún rasgo de tu personalidad o hubiera sufrido ese mal encuentro que alguna vez padeciste. Pero poco más.
Lo ideal sería, pienso, que a la hora de crear personajes te centres en el perfil y la personalidad que quieres mostrar con él.
😉
A mí me etiquetaron que era la protagonista de algunos cuentos. Mi respuesta era: «me es más fácil escribir un personaje femenino que masculino».
Pero hubo un relato de un antihéroe, y a las personas se les terminó esa frase. A día de hoy depende.
Me pasa en los dos sentidos, tal vez esté ya medio loco … 🙂 a veces asumo yo los roles de los personajes cuando estoy escribiendo sobre ellos, otras les paso yo mis movidas a ellos … jajaja
Por lo general, en nuestros personajes, ya sea consciente o inconscientemente, imprimimos alguna faceta de nosotros mismos, queramos o no.
Creo que fue en un texto de Gabriel García Márquez o de Mario Vargas Llosa que leí que los escritores hacen un striptease al revés.
jajajaja, si, entramos a escribir desnudos y terminamos vestidos de faralaes con un tricornio de papel de periódico en la cabeza…
jajajaja, si, entramos a escribir desnudos y terminamos vestidos de faralaes con un tricornio de papel de periódico en la cabeza…
El sombrero de capitán de barco lo sé hacer, pero el tricornio no.
¿ y si tenemos algo de psicoticos? asi un poquito nada mas, lo suficiente para poder imaginar otros seres al completo en cada personaje.
El nexo entre la realidad y la ficcion es sutil, vendria a tratar como pregunta fundamental lo siguiente ¿ el escritor nace o se hace? .. si nace, pues chicos, desnudos, vestidos, biografia, inconsciente o conscientemente, da igual.. va con nostros, si se hace, todo consistira en una tecnica a base de disciplina y tesón. ¿ se trasmitirá igual?
lo ideal seria nacer y hacerte, pero claro, el ideal nunca se consigue, pero como escritores alli vamos a intentarlo de continuo creando personalidades y llevandolas a lugares que ni existen. Vuelvo a lo mismo… ¿ seremos algo psicoticos y usamos la literatura para crear un puente entre el mundo imagino y el real y darle un sentido de claridad? Me hace recordar al Quijote, con su locura que a veces era puro sentido común y que trataba siempre de volver a las virtudes del ser humano… ¿ estaba tan loco como se creia o era de los ultimos dispuestos a luchar y no decaer en lo incoherente de las conductas humanas o de aquellas todas reprobables? Tal vez, su locura no era los molinos de viento sino intentar luchar contra lo inevitable de la realidad. ¿ no seremos asi nosotros de alguna forma? En ese placer de crear » alguien» o «algo» de la nada, nos empondera hasta un punto de narcisismo, el de ser dioses y diosas por un momento y dar vida en aquel mundo imaginado.
Para ser un genio, siempre he creido que hay que estar un punto loco ¿ como sino se llega a trasgredir para dar forma a algo nuevo sin romper lo anterior? …Ahi lo dejo todo, por si alguien quiere comentar un poco mas.
Pues decía Cervantes en boca del Quijote …
Demasiada cordura puede ser la peor de las locuras, ver la vida como es y no como debería de ser.
Así que si estamos todos un poco locos gracias a Dios.
Nuestra bendita locura creativa es la que nos hace explayarnos en nuestros textos y sacar lo mejor de nosotros.
En una ocasión, una amiga que es psicóloga, me dijo que a mí no hacía falta que ella me hiciera terapias de psicoanálisis para conocer mi psique, mi yo.
Me dijo que le bastaba con leer mis novelas para conocerme al derecho y al revés.
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