Todavía no ha amanecido, las barcas acaban de atracar en el puerto y la lonja despierta bajo la luz de las farolas. Las carretillas van y vienen conducidas con ojos de sueño y largos bostezos. Entre el ajetreo ella inicia su ronda. Todo el mundo conoce a la pescadera y la respeta, lleva allí toda la vida haciendo su ronda diaria entre cajas de pescado, hielo, delantales y botas de goma.
Las mujeres limpian y preparan la captura de ese día. Hay un sonido musical en la nave cuando se mezclan las rutinas. Una composición aleatoria y coordinada; golpes de hachuela separando las cabezas, afilados cuchillos que abren y destripan, escamadores raspando rítmicamente lomos de pescados como guiros de calabaza marcando el ritmo de cumbias y bachatas. Con su paso ágil y suave parece bailarlo mientras busca entre los desperdicios ese bocado exquisito que los trabajadores han pasado por alto. Normalmente no es despiste, es un regalo, una ofrenda que le dejan para que ella, la pescadera, pueda cazarlo. Con estas ofrendas ha alimentado a sus hijos y lo seguirá haciendo porque la lonja cuida que así sea.
La pescadera ganó su apodo robando pescado en los puestos, metiendo su pequeña zarpita en las cestas para sacar un pequeño trofeo y salir corriendo a comérselo en algún oscuro rincón. Despeluchada, flaca y salvaje nunca se ha dejado acariciar, nadie en la lonja recuerda que haya bajado la guardia ni que se haya acercado a pedir cariño. Ella es libre, un depredador, no admite limosnas, le gusta robarlas. Así que la gente de los puestos deja a su alcance alguna cabeza, un lomo o cualquier otro jugoso manjar que desaparece en cuanto se distraen. La pescadera ha paseado y enseñado a sus pequeñas camadas a sobrevivir en la lonja, los pequeños buscan otros mundos, otros territorios de caza, pero ella permanece.
Autor: Ignacio Chavarría
Ayyyyyyyyyyyyy!!!
Adorable gatita salvaje!!!! Tan libre que ni nombre tiene.
lloro de amor con la respetada pescadera, es toda una institución! Ojalá llegue a tener 1000 años y vida eterna porque su falta se notaría demasiado en la Lonja…
Eso espero, al menos en la retina de quien lea esto.