Al mirar la magnitud de tu belleza,
Nítida y clara, que enmarcan tus labios rojos,
Dulce ladrona, que con total presteza,
¡Ay de mí! ¡He perdido por tu amor mis ojos!
Escribí a tu hermosura mil poemas,
En el papel yo he plasmado mis congojas,
Pero el viento arrebató mis tiernas rimas,
¡Ay de mí! ¡He perdido por tu amor mis hojas!
De mi pluma nacieron un par de gemas,
Un soneto y una oda que surgieron prolijas,
Adornaron tu cabeza como nítidas diademas,
¡Ay de mí! ¡He perdido por tu amor mis hijas!
Eres el condimento que alegró mi vida,
El ajillo de mis sueños, de mis sueños majos,
Tu desprecio ha dejado a mi alma herida,
¡Ay de mí! ¡He perdido por tu amor mis ajos!
Dulce ladrona, hoy me has abandonado,
Mi cariño me robaste en certeros tajos,
Triste y solo por la vida me has dejado,
Sin mis ojos, sin mis hojas, sin mis hijas, y sin mis ajos.
Autor: Carlos Reséndiz
Lo que me temo eche más de menos sean los ajos