Todo por la música

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Me dijo que, si iba a su casa esa tarde, me podía enseñar sus nuevas tetas. Le habían costado un dinero. Mi dinero. Bueno, puede que fuera nuestro dinero, realmente.
Después de la separación y el divorcio, cuajado de malos momentos y salpimentado con insultos y rabia contenida, al fin puedo decir que empiezo a estar en paz con el mundo… y ella me viene con esas.
Ella tenía cuerpo de sirena y yo, cerebro de pez, así que estábamos hechos el uno para el otro, como se suele decir. Con el tiempo, ella, a mis ojos, se parecía más a un atún, y mi cerebro, a los suyos, al de una medusa.
Aun así, conseguimos permanecer unidos unos años, más por costumbre que por cariño, pero finalmente tanta agua salada nos saturó, y un día, sin decir nada, puso mis cosas en la puerta y cerró desde dentro, dejándome a mí sin entender gran cosa en el descansillo.

Me dolió, más que nada porque mi chimborrio quedó del otro lado de la puerta. Sé que lo hizo a propósito, solo por joder. ¿Para qué quería ella el chimborrio si no sabía nada de música?
He comprado otro, pero no es lo mismo: no tiene sus graves, ni su tacto, no vibra igual. Lo había hecho a mano un artesano del barrio de San Telmo, en Buenos Aires. Sonaba relindo, como dicen ellos.
Le he pedido varias veces que me lo devuelva, pero ni me contesta. El único mensaje que tengo de ella en los últimos dos años es este, sobre sus nuevas tetas. Y le estoy dando vueltas.

Todo mi ser, incluido mi cerebro de ameba, me dice que la mande al carajo. Pero hay una pequeña vocecita, allí donde muere el karma, que me dice que vaya y le dé la enhorabuena por sus tremendas bufas. Incluso que les dé un like a cada una, si fuera necesario, y que así, tal vez, recupere mi queridísimo chimborrio bonaerense.

Mientras acudo encabronado a la cita, me digo por lo bajo:
—Lo que tiene uno que hacer por la música.

 

Autor: Ignacio Chavarría

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Ignacio Chavarria

4 comentarios en “Todo por la música”

  1. Está tremendo este relato, Nacho!!!
    es increíble como sabes dibujar una profundidad increíble en los «bajos fondos» y con la sutileza de un martillo pilón. No sé si juegas tú o es mi mente la que juega con las palabras, porque cuando dice que el chimborrio se quedó al otro lado imaginé que la mujer le había pillado la polla con la puerta por error!! xDDDDD
    En serio, amé la narrativa profunda de barrio. Me encantó. A ver si este hombre recupera lo suyo, en sentido literal y figurado.

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