
No la conocí por el qué dirán ni supe qué podía haber sido por lo que pudieran pensar. No compre ese capricho que veía en el escaparate de la calle de los lirios por si dicen que me gaste el dinero en lo que no debía. No escribí lo que quería escribir por si los que leían pensaban mal de mí. No dije lo que pensaba por si sentaba mal. No tomé aquel barco, no emprendí ese viaje, no grité por la ventana, no lloré cuando debía por el qué dirán.
Y nunca dijeron, dije yo por ellos sin saber a ciencia cierta qué dirían ni quienes eran. Y perdí mi amor, perdí la sonrisa, perdí la oportunidad, perdí conocer sitios lejanos, me perdí entero y ahora pienso si pensarán o no si al final lo hice bien o me echarán en cara que todo lo que hice pensando en lo que ellos dirían estaba mal.

Sobre el autor
Ignacio Chavarria

El «qué dirán» es un pésimo compañero, no obstante, siempre está presente sin que requiramos su presencia.
Tus líneas corroboran, sin lugar a dudas, la mala costumbre de dejarse llevar por las habladurias.
Eso sí, la consigna lograda, poeta.
Shalom javer
Efectivamente Beto, sobre todo cuando los demás no dicen y te lo dices tu todo por ellos. No hay nada peor que el miedo al «que dirán»
Lo sentí tan real y tan triste esto…
Gracias por publicarlo.
Lo peor es eso… hablarnos a nosotros mismos con el lenguaje de los juicios («ajenos»)…
Un abrazo, Nacho.
Gracias Reyes, si, es triste ¿verdad?. Un abrazo.