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No soy una persona fuerte. No lo soy. Lo que pasa conmigo es que, en cierto momento de mi existencia, aprendí que el dolor, la soledad y el sufrimiento no me pertenecían exclusivamente a mí. Si lo miras de esa forma, soy alguien afortunado. Y digo “si lo miras de esa forma” porque, sencillamente, la realidad no es como es… sino como cada uno somos. 

Cuando uno comprende que lo que siente no es patrimonio suyo —por mucho que todo lo sienta a su propia, intransferible manera—, uno empieza a entender a l as personas. O más bien, a querer entenderlas. Uno comienza a fijarse en la naturaleza y en el canto diferente de cada pájaro enjaulado, tratando de entender lo que está fuera de sí…y dándose de bruces con lo que vive dentro. Cada detalle ajeno empieza a importar; se vuelve propio, siempre fue propio, incluso si alguna vez resultó desconocido o amenazante. Siento que es más probable que exista el misterio —que exista mi ignorancia— que que exista el otro. 

Depende del día que tenga, puedo ver una trampa mortal en una telaraña o ver un hermoso atrapasueños, esto último especialmente si las gotas de lluvia se han quedado prendidas en ella como diamantes. Puedo inventar historias, en el fondo retándome a empatizar con algo vivo que detesto. Me digo que en lo tocante a crueldad todos somos víctimas (la araña también, el depredador también, el acosador del patio del colegio también), aunque tal vez no pueda vislumbrar de qué manera y en qué grado. Me gustan los cuentos en los que el héroe y el villano son la misma persona; los encuentro casi reales, o por lo menos creíbles hasta la náusea en este laberinto de espejos.

Puedo inventar una historia sobre la viuda negra que, una noche, envolvió en hilos de seda a un bebé para darle calor, y fue aplastada por la madre de este al amanecer. Puedo imaginar una tela de araña gigantesca para atrapar humanos, construída por un xenomorfo. Depende del día que tenga, la verdad aflora y se muestra por uno u otro lado. ¿Es “realidad” lo mismo que “verdad”? ¿Es más verdadero lo que es más probable que ocurra? Tal vez sólo sea más fácil de comprender a primera vista (dijo el abogado del diablo).

Es real que, sólo cuando se vio atrapada en la telaraña, la mosca se dio cuenta de que había algo mucho más valioso que ser grande: ser libre. Es verdad que entiendo a la mosca, con todo mi ser. Es probable que la mosca se suicidara antes de ser devorada, que se ahorcara con el sedoso hilo en un último y consciente espasmo de libertad.  Si acaso tenía el pobre bicho alguna otra alternativa invisible, opacada por la realidad de la agonía anticipatoria en ese momento, nunca lo sabremos.

Autor: Reyes

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Reyes

3 comentarios en “Kamikaze”

  1. Hola Reyes. Por mucho tiempo me pregunté que era la verdad. Si había alguna verdad absoluta o universal. Veo que tú colocas la cuestión entre verdad y realidad. También me pregunto si serán lo mismo.

    1. Hola Alex!
      Sí, yo creo en la verdad y en la realidad de cada uno. La verdad la siento como la seguridad interna de que algo es cierto, y la realidad como el constructo “externo” desde esos ojos, basado en lo que se cree. Para otros ojos, la misma cosa puede ser mentira. Lo que también creo es que la mosca se suicidó anticipadamente tal vez y ahora quién sabe, podría seguir viva!!!

      Gracias por todo, y por leerme y comentar siempre <3

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